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Optar por capacitar a mujeres en oficios no tradicionales relacionados con las tecnologías de la información y la comunicación es el desafío de este proyecto que se desarrolla en Jardin de El Valle, un barrio popular de Caracas. Pero no se trata sólo de dominar la tecnología, sino también de derribar barreras sociales y culturales y vencer la violencia doméstica.
El afiche es más que elocuente. Una mujer morena mira con interés al ratón de una computadora. El slogan de la publicidad institucional reza: “Creemos en las mujeres que no le tienen miedo a los ratones”. El afiche domina la sala de entrada de la Escuela-Taller de Capacitación para Mujeres que funciona en la Agencia Social del barrio Jardines de El Valle, en la ciudad de Caracas, con el auspicio de la Fundación Banco Fondo Común.


El programa de capacitación para mujeres en tecnologías de la información y la comunicación comenzó hace seis meses en esta Agencia Social. Son 22 las mujeres próximas a graduarse, la mayoría madres solteras jefas de hogar, todas menores de 35 años, que se vieron desafiadas por la posibilidad de formarse en oficios no tradicionales para las mujeres: técnicas en reparación de computadoras y suporte técnico en uso de software, Linux y Windows. Venezuela tiene una política nacional de impulso del uso del software libre en todas las oficinas públicas, universidades y otros organismos del gobierno. Las mujeres del barrio El Valle estarán perfectamente capacitadas para utilizar una variada gama de programas de computación en el formato del software libre.


Pero no ha sido sencillo para estas mujeres asistir diariamente a los cursos, inclusive el sábado. No son pocas las que tuvieron que superar barreras familiares y de pareja para llevar adelante su capacitación. Algunas incluso sufrieron violencia física y psicológica por parte de sus compañeros, por celos, por demandas en el hogar, por rivalidad, por machismo. “Anoche me despertó a los golpes”, relató una de ellas cuando llegó a la Agencia esa tarde. “No soporta que esté estudiando. No soporta que use la franela (remera) que me identifica como alumna”. El acompañamiento a estas mujeres en sus procesos de lucha y liberación de prejuicios y ataduras fue parte fundamental del proceso educativo iniciado.


La Agencia Social no es sólo una Escuela-Taller, sino que también es un centro de promoción de los derechos de las mujeres que sabe la importancia de incluir a las familias en este proceso de capacitación de las mujeres, para que el progreso de ellas también sea visto y sentido como el progreso de la familia y de sus integrantes. “¿Querés saber por qué voy tan contenta a la agencia? Vení a conocer, vení a conocer a mis compañeras, a mis instructoras, a ver lo que estoy aprendiendo allí, que será bueno para todos en nuestra casa”, respondió una de las alumnas ante las presiones y cuestionamientos de su pareja. Trabajar con el entorno familiar y comunitario ha sido fundamental en este proyecto.


La mitad de las alumnas eligió ser técnica en reparación de computadoras. Al comienzo del curso, la mayoría de ellas no sabía como usar un destornillador. Ahora ya pueden desarmar y armar una computadora con total seguridad. En noviembre estas mujeres estarán practicando en pasantías en diversas organizaciones, entre ellas en una unidad del Ejército cercana al barrio. Será sin duda una experiencia significativa, también para poner a prueba la eficacia de la Escuela-Taller.


En poco tiempo, el prestigio de este centro de capacitación ha crecido enormemente en el barrio. Para el próximo curso ya hay unas 400 mujeres inscriptas. La selección de candidatas no será sencilla y exigirá mucha dedicación por parte de las coordinadoras. Esta nueva etapa marcará también nuevos desafíos en este camino no siempre libre de escollos, pero que las mujeres comienzan a transitar seguras de sí mismas, dispuestas a lograr metas personales y económicas para mejorar su propia calidad de vida, la de sus familias y la de su comunidad.


Esta Escuela-Taller fue creada por la Fundación Banco Fondo Común como parte de la política de responsabilidad social corporativa del Banco Fondo Común, Banco Universal, de Venezuela, en convenio con CONATEL, la Red Venezolana de Centros Telemáticos Comunitarios y diversas organizaciones de promoción de los derechos de las mujeres de nivel nacional y barrial, incluyendo el Instituto Nacional de la Mujer (INAMujer). La Fundación decidió que su programa de agencias sociales fuera dedicado a la capacitación de las mujeres en respuesta al problema de su inserción laboral en ámbitos que les permitan superar la pobreza. El 81% de la población venezolana es pobre, según datos oficiales, siendo notoria la vulnerabilidad de las mujeres en materia de salarios, informalidad e inseguridad laborales.


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